sábado, 13 de septiembre de 2008

Magistral contragolpe de la nueva clase política latinoamericana en Venezuela y Bolivia

Por: Heinz Dieterich En un magistral contragolpe a la política desestabilizadora de Washington en América Latina, Hugo Chávez expulsó en forma humillante al embajador imperial Patrick Duddy, respaldado por el Coloso del Sur, Brasil, que advirtió a la camarilla de la Casa Blanca que no cruce la línea roja de la zona de influencia brasileña. En el lenguaje diplomático de Itamaraty: "No toleraremos una ruptura del ordenamiento institucional boliviano".
Con el apoyo de Argentina y Paraguay se establece, de esta forma, un cordon sanitaire, un "cerco sanitario" en torno a las zonas separatistas que Washington ha creado mediante una perversa inversión del "foquismo" revolucionario de los años sesenta. Se está configurando, en consecuencia, un plan regional de seguridad geopolítica del Bloque Regional de Poder latinoamericano. Es evidente que tal configuración no puede carecer del elemento coercitivo, es decir, la concentración de fuerzas militares en las fronteras geográficas de los focos contrarrevolucionarios separatistas, desde el lado de Brasil, Paraguay y Argentina.
La peligrosa crisis latinoamericana que vivimos es el corolario del ajedrez mundial de la camarilla estadounidense-sionista (neocons) que pretende cumplir durante los últimos meses del gobierno Bush la agenda expansionista-subversiva que no ha podido resolver hasta ahora. A esta agenda pertenece la amenaza de guerra contra Rusia, proferida el día de ayer por la prospectiva vicepresidenta estadounidense Sarah Palin; la autorización de ataques militares estadounidenses dentro de Paquistán, en contra de la voluntad expresa de las Fuerzas Armadas paquistaníes, ordenada por Bush en julio; la autorización de la agresión militar de Georgia contra Ossetia en agosto, con militares armados y entrenados por Washington y Tel Aviv; el envío de buques de guerra con armamento nuclear al Mar negro y la autorización de 400 millones de dólares para destruir al gobierno de Irán.
El golpismo de Washington y sus oligarquías aliadas en América Latina está generando las condiciones para la batalla decisiva contra la Doctrina Monroe. La agresión militar de Washington-Tel Aviv-Bogotá contra el campamento de las FARC en Ecuador, fue el inicio de lo que Washington pretende sea la ofensiva final contra los gobiernos latinoamericanistas del hemisferio. En aquella ocasión, la nueva clase política latinoamericana evitó, a instancias de Brasil y Cuba, la confrontación con Bush y su peón Uribe, juzgando que las condiciones de batalla no eran idóneas.
Esta vez, la reacción de Brasil y Venezuela demuestra que han entendido que la batalla por Bolivia es decisiva y que su desenlace determinará el futuro de la nueva clase política latinoamericana ---a la cual pertenecen y que tratan de consolidar--- y de la Segunda Independencia. Comienzan a actuar con el perfil de una potencia regional que protege su derecho a existir y sus intereses, no con los bienintencionados manifiestos de los intelectuales, sino con el poder real: el político, económico y militar.
Todos los presidentes de la nueva clase política latinoamericana son éticos y ninguno quiere el derramamiento de sangre. Pero la historia enseña que las batallas decisivas entre los proyectos históricos se deciden por la correlación de fuerza entre las violencias organizadas: en este caso, la violencia organizada fascista-imperial versus la violencia organizada legal y legítima de los Estados.

http://www.aporrea.org/tiburon/a63665.html
No hay tercera opción en la Patria Grande.

El hervor cruceñista tocó el borde de la olla. Mujeres campesinas bolivianas

Sí. Ayer había escrito que muy pronto, la oposición desaforada a Evo Morales encontraría su "borde". El "cruceñismo", que cree que su hervor trepará indefinidamente por el borde de una olla interminable de impunidad, ha tocado, ayer, un borde filoso que no pudo traspasar.

¿Balas policiales? ¿Metralleta militar? No. La criatura más peligrosa del planeta, cuando se trata de defender el pan de sus hijos. La mujer. Sí, lo que no hicieron (mejor dicho, lo que no quisieron hacer) las fuerzas del orden en estos días, lo hicieron las campesinas del Mercado de Tarija. Hacia allá fueron, confiados, soberbios y subidos de vino, los grupos del prefecto Mario Cossio, las "damas cívicas", los hundiversitarios (los que tiene la verdad hundida) y los montoneros de Méndez. Fueron con hondas, palos y bates con intención de romper los puestos de los humildes comerciantes, que hacen "la diaria" con sus ventas, para alimentar a sus hijos. Arremetieron con todo su odio racista y su rencor anti-colla contra mujeres y policías. Éstos se fueron al rato. Las mujeres se quedaron a defender lo suyo. hubo una batalla campal de casi 9 horas. Decenas de "hembras" decididas contra cientos de "machos" armados hasta los dientes. Volaron piezas dentales hacia el aire (como en las historietas de Ásterix), se tatuaron brazos y espaldas a cuchillazos, se decoró el lugar con sangre a salpicones, pero... las mujeres se quedaron (también sus hombres, no les quitemos crédito). Pero, para la sociedad boliviana, culturalmente muy machista como en toda Latinoamérica, la imagen de mujeres corriendo a palos a hombres, es muy significativa. Es como si el Evo les dijera a la contra "¿Ven? Para ustedes, nuestras mujeres".

Es todo un símbolo y una marca en el tiempo. Hasta ahora, los cruceñistas y sus aliados, comandados por Rubén Costas, Marinkovich y Papá Goldberg, pelearon su guerra contra nadie (por que nadie se les puso en su camino, los dejaron hacer), y creyeron que todo era fácil. "pan comido" decimos en Argentina, pero no. Las mujeres del mercado campesino, son "hueso duro de roer", para seguir con las frases hechas. ¿Qué pensaron estos "cívicos" ignorantes? ¿Qué estas mujeres no tienen sentimientos, que no piensan en sus hijos? ¡Los que no piensan en sus hijos son las madres del Terror Chapaquista, que los alientan a "luchar por la autonomía". Lindas frases, lindas bravatas, cuando enfrente no hay oponente, cuando el camino está allanado, no por la cobardía, sino por la responsabilidad de las fuerzas armadas y el presidente-comandante. "Ni un muerto por nuestra causa" ha dicho Evo. "Ni un muerto por nuestra causa" respondieron los policías y militares. "La vida de un ser humano vale más que el espacio vacío de una oficina" ordenó el presidente. "Así será" respondieron los hombres-balas.

He estado en los mercados de La Paz, Oruro y Potosí, recorriendo los puestos de estas mujeres de silueta "in-adivinable" (nunca se sabe si son flacas o gordas, debido a su ropa). Lo que si sé, de lo que no tengo dudas, es que detrás de sus sonrisas blancas y amables, hay una señora que tiene muy claro que ese puesto es su vida y la vida de su familia. Solo un ignorante infinito, un estúpido des-informado a mentiras del diario "el deber", podría imaginar que a estas mujeres pueden romperles "su vida", sin esperar reacción de ellas.

Claro, los descorazonados cruceñistas y chapaquistas, leyeron esos libros deleznables de la década del 60' que nos pronosticaba que "la raza indígena se está extinguiendo, falta de virilidad" o "la característica indolencia del indio boliviano". Que los indios se extinguen, sólo un tarado puede creerlo. Cada vez son más. Son "quichicientos", decimos en Argentina (usando un bromista cuantificador inexistente, pero que significa "muchos"). ¿In-dolencia? ¿Qué querían decir? ¿Que a los indios no les duele nada? ¿Que se les puede hacer cualquier cosa, porque son piedras insensibles? ¡Qué equivocados que estaban y están! Estas mujeres matarán por sus hijos. No se dejarán amedrentar. No retrocederán. Se dejarán cortar brazos y piernas, y seguirán peleando hasta el último aliento, porque ese último aliento será para sus hijos. Ya lo dijo Mao, ellas "sostienen la mitad del Cielo". No se equivoquen, hundiversitarios y amas cínicas. La mujer boliviana, si ve peligrar el sustento de sus hijos, a manos de forajidos como ustedes (a no dudarlo), hará un pastel con su hígado, y se lo comerá sin culpa.

Lo de ayer, por parte del prefecto Mario Cossio de mandar a atacar mujeres, es, sin dudas, la evidencia de su estupidez y de su cobardía. Lo primero es lamentable, lo segundo pondrá en peligro su administración, en estos días. Cossio caerá muy pronto. El terror sembrado, cosechará sus frutos, más rápido de lo que imaginamos. Un borde ha sido alcanzado. No es un borde mellado, es un perímetro filoso. El borde de una pollera colla, es una frontera temeraria. Ayer, los enemigos del Pueblo han probado su sabor metálico y sanguinolento. Son polleras de hierro. Son campanas de lucha por la vida y la dignidad. Bajo esas polleras misteriosas, se esconde el amor, pero también la rabia. Una rabia que ayer le dijo a los Hijos de la Oscuridad "no pasarán".

Fuente: http://la-opinion-argentina.blogspot.com

lunes, 25 de agosto de 2008

“Decinos en qué cabaret las viste anoche...”

Prensa De Frente en Neuquén - La trata de mujeres es el nombre que se le da al secuestro de mujeres (niñas, jóvenes) para hacerlas esclavas de la prostitución, bajo la condición de desaparecidas. Durante el 2006, más de 500 mujeres fueron secuestradas en la Argentina. La invisibilidad de estos hechos evidencia un aspecto más de la impunidad de una justicia cómplice y patriarcal. Estos secuestros sólo pueden ser posibles a través del funcionamiento de una red clandestina, a nivel mundial, que involucra a distintos sectores del poder: la policía, jueces, fiscales, empresarios, políticos, clientes. Las rutas de la trata se caracterizan por dejar zonas liberadas entre los tratantes, empresarios, policías y funcionarios. En la mayoría de los casos la víctima proviene de sectores pobres, cuya familia no tiene alcance en el poder político, para poder presionar por la recuperación de sus hijas. Desde la Comisión No a la Trata de Alto Valle de Río Negro y Neuquén se viene trabajando para que estos casos se hagan públicos. El silencio que caracteriza a estos temas es funcional a un consenso inconsciente por parte de la sociedad civil. El escrache, los silbatazos, las marchas, el trabajo en las escuelas y los ámbitos laborales para dar a conocer esta realidad, son algunas de las herramientas de lucha contra la trata. Más de 500 mujeres y niñas son vendidas como mercancía, dentro y fuera del país. Este negocio es uno de los más rentables del capitalismo, ya que la víctima puede ser vendida más de una vez. Los medios de comunicación masiva continúan instalando en el imaginario colectivo, la idea del “por algo será”, o titulando a los femicidios, como “crímenes pasionales”, sin buscar la raíz que responde a una problemática social.Los mecanismos de control sobre las víctimas se sustentan en la amenaza, el terror, la explotación, el mal trato, torturas, y las drogas que les obligan a consumir. Las supuestas ofertas de empleos de agencias turísticas, matrimoniales, de modelos, de catering, de niñera, son otros dispositivos aparentes que toma la red para apropiarse de las mujeres. ”¡Vivas se las llevaron, vivas las queremos!” La Comisión No a la Trata de Alto Valle, considera que “esta red de trata de mujeres grafica el momento histórico actual, en el que se evidencia la disociación del sujeto de derecho y el sujeto como objeto. Es así que coexisten el desarrollo de los derechos de la mujer y el hombre en términos de libertad y reaseguro social y la apropiación de la vida, en términos de explotación del cuerpo como mercancía.” La desaparición de personas es una clara muestra de la continuidad de las políticas de impunidad y de un Estado intrínsicamente represivo y cómplice. Las desapariciones, como la violencia hacia las mujeres se incrementan, porque estas prácticas son cada vez más naturalizadas socialmente desde distintos dispositivos de dominación: los medios y la exhibición del cuerpo; el machismo enquistado culturalmente en mujeres y hombres que lo reproducen; la exclusión social, la pobreza, el hambre. Éstos últimos son factores que generan un ambiente violento que construyen las condiciones para que sigan sucediendo actos aberrantes contra las mujeres. La perversidad del sistema se manifiesta en que los mismos sujetos que creen las leyes, protocolos y tratados, hacen posible la existencia de la trata de personas. La ley En abril de este año el Congreso de la Nación sancionó la ley 26.364, conocida como la ley de trata de personas, cuya finalidad es, “implementar medidas destinadas a prevenir y sancionar la trata de personas y asistir y proteger a sus víctimas”. Los tratados que toma como base esta ley responden a la Convención contra el Crimen Transnacional Organizado y el Protocolo de Palermo, esto significa que concentra su atención en la seguridad de los Estados y en la incorporación de los medios en la definición de Trata: amenazas, el uso de la fuerza, el rapto, el engaño, el abuso de poder o cualquier situación de de vulnerabilidad, al pago o recepción de beneficios, como condición imprescindible para la configuración del delito. Estos aspectos han sido cuestionados desde las distintas organizaciones que vienen luchando por este tema, teniendo en cuenta que: los medios no pueden ser los que definan al delito, sino que éste debe ser definido respecto de su objetivo: la explotación; y que los bienes jurídicos a proteger no tienen que ser las fronteras de los países, sino los derechos humanos de las personas. A su vez, esta ley le otorga a los tratantes las penas de sólo de tres a seis años de prisión y puede ser excarcelable. Por estas razones, desde la Comisión No a la Trata de Alto Valle, se manifiesta que, “la trata de personas viola los derechos humanos elementales y agrupa todas las violaciones en un sólo delito: es secuestro, es servidumbre, es esclavitud, es extracción y venta de órganos, es proxenistismo, es violación, es prostitución, es trabajo esclavo, es privación ilegítima de la libertad, es desaparición y es tortura.” Asimismo, admiten que, “si bien la ley dice ocuparse de aquellas mujeres y niñas que han logrado escapar o han sido rescatadas, la realidad da cuenta de que las mujeres tratadas siguen siendo condenadas. La más de las veces, son condenadas al terror al liberar a los tratantes bajo fianza. Además son condenadas, aquellas que han cumplido la mayoría de edad en cautiverio, al culpabilizarlas del delito debiendo demostrar que no dieron su consentimiento. Desde estas consideraciones, aplicar penas mínimas y excarcelables a los tratantes es impunidad, es legalizar la Trata”.

domingo, 24 de agosto de 2008

La violencia en el trabajo afecta más a las mujeres

(de Página 12)
El 60 por ciento de las denuncias por violencia laboral fueron realizadas por mujeres. Es uno de los resultados de un estudio realizado por el Ministerio de Trabajo sobre más de 300 casos.

Por Elisabet Contrera

Laura conservó la categoría de empleada “ejemplar” hasta el día que llegó a la oficina su nuevo jefe. Como él no la consideraba eficiente le arrebató los clientes de la firma que ella tenía a su cargo, después de haberla humillado ante sus colegas. Como no estaba conforme con su aspecto, cambió sus funciones para que no fuera la cara visible de la institución. Y la obligaba a llegar al trabajo 15 minutos antes que los demás. Su martirio duró pocos meses: los ataques de pánico, la depresión y el estrés provocados por el maltrato constante la obligaron a abandonar su trabajo. Laura es una de las más de 300 personas asistidas este año por la Oficina de Asesoramiento sobre Violencia Laboral. Según un estudio de este organismo, dependiente del Ministerio de Trabajo, cerca del 60 por ciento de las denuncias fueron realizadas por mujeres. Tanto ellas como los varones acuden a realizar la denuncia luego de meses de padecimientos y con enfermedades producidas por la violencia.

La historia de Laura Amoedo es un caso que ilustra en toda su magnitud el fenómeno de la violencia laboral en la Argentina. Aunque afecta tanto a hombres y mujeres, son ellas las que sufren en mayor medida el hostigamiento y quienes más se animan a denunciar la situación. Así lo refleja el estudio Violencia Laboral: una amenaza a los Derechos Humanos, elaborado por la Comisión Tripartita de Igualdad de Trato y Oportunidades (CTIO), dependiente de la cartera laboral. Tomando como base las 320 consultas atendidas este año, se pudo revelar que el 59,4 por ciento de los casos las denuncias fueron realizadas por mujeres, mientas que en un 40,6 por ciento resultaron formuladas por varones.

Laura es una de las denunciantes. Ella trabajó durante casi una década en una AFJP, en su filial de San Isidro, en el norte del conurbano bonaerense. La oficina se convirtió en un infierno cuando a fines de 2003 llegó el responsable de su maltrato, su nuevo jefe. “No sé si cumplía con una orden de la empresa o si le caí mal desde un principio, pero desde ese día comenzó a atacarme, a humillarme, a sacarme los clientes de mi cartera, a insultarme”, contó.

En el caso de Tamara –el nombre fue modificado pues ella prefiere preservar su identidad y la confidencialidad de la denuncia–, haber reclamado mejoras en las condiciones laborales fue motivo suficiente para que se desencadenara la agresión hacia ella. “Cuando pedí que me blanqueen, mi jefe se puso como loco, no paró de gritarme y me dijo que me iba a echar”, contó la denunciante, que trabaja como asistente de cocina.

El estudio, realizado a partir de cuestionarios suministrados a las víctimas, revela que en el 61,3 por ciento de los casos la violencia se originó luego de un reclamo laboral. “Aunque la muestra revela que en un 91,7 por ciento se trata de personas con trabajo formal, una parte de su labor está en negro y los problemas comienzan cuando ellos piden recategorización de su tarea, aumento de sueldo, el pago de las horas extra, los días de estudio”, detalló Nora Goren, socióloga a cargo de la investigación.

“Desde que me caí en la obra, me sacaron los elementos de trabajo”, contó Felipe, obrero de la construcción. “Cuando volví de mi licencia médica, mi jefe me dijo que era una inútil y desde ese momento no me dieron más cosas para hacer”, relató Juliana, empleada administrativa. Estos dos testimonios citados en el informe reflejan otras circunstancias que motivaron la violencia hacia ellos: un accidente laboral (en un 17,3 por ciento de los casos) o una enfermedad (en un 10 por ciento). Según explicaron las investigadoras, la víctima percibe la pérdida de confianza por parte de sus superiores. Si eran considerados empleados “óptimos y eficientes”, luego del incidente comienzan a ser cuestionados y se les encarga tareas de carácter inferior.

Laura sufrió el descrédito y la descalificación durante largos nueve meses. “Yo tenía a cargo los principales clientes de la compañía. Mi jefe comenzó a sacarme ese trabajo diciendo que era mucho para mí sola, y a darme tareas administrativas para que estuviera todo el día fuera de la oficina”, contó. Aunque se registró un porcentaje mínimo (el 5,3), el embarazo continúa siendo un motivo para ejercer la violencia hacia las mujeres y así propiciar la renuncia de las hostigadas. Así lo denunció Juliana, vendedora de un pequeño comercio: “Cuando le anuncié que estaba embarazada me dijo que entonces no iba a poder cumplir con mi tarea porque me iba a tener que dedicar a los chicos”, relató la mujer.

La violencia psicológica lidera el ranking, con un 82 por ciento de los casos, continúa la agresión física con el 10 por ciento y la sexual con el 8 por ciento. Al analizar los datos de acuerdo con el sexo de los denunciantes, las investigadoras pudieron reafirmar que las mujeres sufren en mayor proporción los tres tipos de hostigamiento. En el caso de la violencia sexual, las diferencias son abismales: el 95 por ciento corresponde a mujeres y un 5 por ciento a los hombres. El contraste disminuye en las otras dos situaciones, pero manteniendo la predominancia del lado de las mujeres: el maltrato psicológico afectó al 60 por ciento de mujeres y al 40 de hombres, y la violencia física alcanzó al 56 por ciento de mujeres y al 44 por ciento de hombres.

Ya sea por miedo, inseguridad o desconocimiento, las víctimas realizan las denuncias después de meses, incluso años, de maltrato. “Las víctimas no son conscientes de estar sufriendo violencia laboral, porque tienen naturalizadas la agresión. En el caso de las mujeres, a veces ellas pasan de un ámbito familiar violento a un espacio público también violento. En el caso del hombre, lleva la carga de ser el sostén de la familia y eso lo obliga a soportar situaciones de violencia para poder mantener su fuente de trabajo”, analizó Patricia Sáenz, abogada que asesora a las víctimas que se acercan a la oficina,que además participó en la investigación. “Yo tomé conciencia de que era víctima de mobbing (acoso moral en el trabajo) cuando una psicóloga me explicó lo que era”, contó Laura Amoedo.

Las mujeres y los hombres llegaron a la oficina de asistencia no sólo con el dolor de haber perdido el trabajo o con el miedo de perderlo al hacer la denuncia: en algunos casos cargan con un cóctel de enfermedades producidas por la situación de violencia. “No es dato menor que el 75 por ciento de las personas que concurren ya llegan con alguna manifestación de haber pasado por un médico, psiquiatra o psicólogo, lo que denota el tiempo de padecimiento”, explicó Goren. “Son todos síntomas derivados de la violencia que sufrieron, son sus efectos”, acotó Matilde Garuti, psicóloga de la oficina.

Según la investigación, el 95 por ciento de las personas presentaba al momento de la consulta alguna manifestación de síntomas físicos y/o psicológicos, consecuencia del maltrato, y un 75 por ciento de ellos tenía asistencia médica, psicológica y/o psiquiátrica. En este punto también es mayor el porcentaje de mujeres que están bajo tratamiento psiquiátrico: un 27 por ciento, contra el 18 por ciento de los varones. Los porcentajes se invierten en los casos de asistencia médica, punto en el cual los varones representan el 53 por ciento y las mujeres el 44 por ciento.
A tres años de haber perdido de su trabajo, Laura continúa sufriendo las secuelas del maltrato. “Sigo enferma, no puedo trabajar, no puedo dejar los calmantes, y a veces no tengo para comprar los medicamentos”, relató. Su única gratificación fue saber que el Instituto contra la Discriminación (Inadi), en un dictamen de este año, calificó la conducta de su jefe de “discriminatoria”, y que su juicio laboral por mobbing avanza a su favor.
//

jueves, 21 de agosto de 2008

¿Por qué mueren las madres en Córdoba?

La mortalidad materna es un problema crítico e inadmisible. Cada año, medio millón de mujeres muere en el mundo como consecuencia de las complicaciones del embarazo y el parto: 23.000 viven en América Latina y el Caribe.

En Argentina, se registraron 294 muestras maternas en 2005, es decir, murieron 40 mujeres por cada 100,000 nacidos vivos, con marcadas diferencias entre las provincias. En Córdoba, de acuerdo a los registros de Vigilancia de Mortalidad Materna en el año 2005 hubo 19 muertes maternas, lo que representa casi 38 muertes maternas cada 100.000 nacidos vivos, razón de mortalidad que no muestra mayores variaciones en los últimos cinco años.

Aunque se han logrado algunos avances, se necesitan muchos más esfuerzos para reducir la morbilidad y la mortalidad materna y perinatal. Entre los grandes desafíos para lograr una solución al problemas se destacan el facilitar la accesibilidad a los servicios de salud – especialmente en las zonas rurales y aisladas- y brindar una presanción adecuada y oportuna de los cuidados obstétricos esenciales con personal calificado.


La mortalidad materna y perinatla es un asunto que rebasa el ámbito de la salud: es una cuestión de Derechos Humanos. La mortalidad materna también tiene enormes consecuencias negativas económicas y sociales para la familia y la comunidad, teniendo en cuenta del importante papel de las mujeres en la vida familiar y en el desarrollo social y económico en el país.

El quinto Objetivo de Desarrollo del Milenio se centra en el mejoramiento de la salud materna mediante la reducción de la razón de mortalidad materna en tres cuartas partes entre 1990 y 2015. En la 26ª Conferencia Sanitaria Panamericana, celebrada en septiembre de 2002, los Ministerios de Salud del continente americano aprobaron una estrategia que exige intervenciones dirigidas a reducir la morbilidad y la mortalidad materna en los países de América Latina y el Caribe.

En Argentina, las metas del Plan Federal de Salud 2004-2007 plantean lograr que la tasa de Mortalidad Materna del país disminuya en un 20% en relación con el valor el año 2002.

Asociación El Agora (Córdoba)