lunes, 25 de agosto de 2008

“Decinos en qué cabaret las viste anoche...”

Prensa De Frente en Neuquén - La trata de mujeres es el nombre que se le da al secuestro de mujeres (niñas, jóvenes) para hacerlas esclavas de la prostitución, bajo la condición de desaparecidas. Durante el 2006, más de 500 mujeres fueron secuestradas en la Argentina. La invisibilidad de estos hechos evidencia un aspecto más de la impunidad de una justicia cómplice y patriarcal. Estos secuestros sólo pueden ser posibles a través del funcionamiento de una red clandestina, a nivel mundial, que involucra a distintos sectores del poder: la policía, jueces, fiscales, empresarios, políticos, clientes. Las rutas de la trata se caracterizan por dejar zonas liberadas entre los tratantes, empresarios, policías y funcionarios. En la mayoría de los casos la víctima proviene de sectores pobres, cuya familia no tiene alcance en el poder político, para poder presionar por la recuperación de sus hijas. Desde la Comisión No a la Trata de Alto Valle de Río Negro y Neuquén se viene trabajando para que estos casos se hagan públicos. El silencio que caracteriza a estos temas es funcional a un consenso inconsciente por parte de la sociedad civil. El escrache, los silbatazos, las marchas, el trabajo en las escuelas y los ámbitos laborales para dar a conocer esta realidad, son algunas de las herramientas de lucha contra la trata. Más de 500 mujeres y niñas son vendidas como mercancía, dentro y fuera del país. Este negocio es uno de los más rentables del capitalismo, ya que la víctima puede ser vendida más de una vez. Los medios de comunicación masiva continúan instalando en el imaginario colectivo, la idea del “por algo será”, o titulando a los femicidios, como “crímenes pasionales”, sin buscar la raíz que responde a una problemática social.Los mecanismos de control sobre las víctimas se sustentan en la amenaza, el terror, la explotación, el mal trato, torturas, y las drogas que les obligan a consumir. Las supuestas ofertas de empleos de agencias turísticas, matrimoniales, de modelos, de catering, de niñera, son otros dispositivos aparentes que toma la red para apropiarse de las mujeres. ”¡Vivas se las llevaron, vivas las queremos!” La Comisión No a la Trata de Alto Valle, considera que “esta red de trata de mujeres grafica el momento histórico actual, en el que se evidencia la disociación del sujeto de derecho y el sujeto como objeto. Es así que coexisten el desarrollo de los derechos de la mujer y el hombre en términos de libertad y reaseguro social y la apropiación de la vida, en términos de explotación del cuerpo como mercancía.” La desaparición de personas es una clara muestra de la continuidad de las políticas de impunidad y de un Estado intrínsicamente represivo y cómplice. Las desapariciones, como la violencia hacia las mujeres se incrementan, porque estas prácticas son cada vez más naturalizadas socialmente desde distintos dispositivos de dominación: los medios y la exhibición del cuerpo; el machismo enquistado culturalmente en mujeres y hombres que lo reproducen; la exclusión social, la pobreza, el hambre. Éstos últimos son factores que generan un ambiente violento que construyen las condiciones para que sigan sucediendo actos aberrantes contra las mujeres. La perversidad del sistema se manifiesta en que los mismos sujetos que creen las leyes, protocolos y tratados, hacen posible la existencia de la trata de personas. La ley En abril de este año el Congreso de la Nación sancionó la ley 26.364, conocida como la ley de trata de personas, cuya finalidad es, “implementar medidas destinadas a prevenir y sancionar la trata de personas y asistir y proteger a sus víctimas”. Los tratados que toma como base esta ley responden a la Convención contra el Crimen Transnacional Organizado y el Protocolo de Palermo, esto significa que concentra su atención en la seguridad de los Estados y en la incorporación de los medios en la definición de Trata: amenazas, el uso de la fuerza, el rapto, el engaño, el abuso de poder o cualquier situación de de vulnerabilidad, al pago o recepción de beneficios, como condición imprescindible para la configuración del delito. Estos aspectos han sido cuestionados desde las distintas organizaciones que vienen luchando por este tema, teniendo en cuenta que: los medios no pueden ser los que definan al delito, sino que éste debe ser definido respecto de su objetivo: la explotación; y que los bienes jurídicos a proteger no tienen que ser las fronteras de los países, sino los derechos humanos de las personas. A su vez, esta ley le otorga a los tratantes las penas de sólo de tres a seis años de prisión y puede ser excarcelable. Por estas razones, desde la Comisión No a la Trata de Alto Valle, se manifiesta que, “la trata de personas viola los derechos humanos elementales y agrupa todas las violaciones en un sólo delito: es secuestro, es servidumbre, es esclavitud, es extracción y venta de órganos, es proxenistismo, es violación, es prostitución, es trabajo esclavo, es privación ilegítima de la libertad, es desaparición y es tortura.” Asimismo, admiten que, “si bien la ley dice ocuparse de aquellas mujeres y niñas que han logrado escapar o han sido rescatadas, la realidad da cuenta de que las mujeres tratadas siguen siendo condenadas. La más de las veces, son condenadas al terror al liberar a los tratantes bajo fianza. Además son condenadas, aquellas que han cumplido la mayoría de edad en cautiverio, al culpabilizarlas del delito debiendo demostrar que no dieron su consentimiento. Desde estas consideraciones, aplicar penas mínimas y excarcelables a los tratantes es impunidad, es legalizar la Trata”.

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